I
Los malos tiempos, se ha dicho,
son su mejor alimento;
la indisciplina, el cimiento,
que lo convierte en un bicho.
Aprovecha el susodicho,
crece como la maleza,
cambia su naturaleza
con hierro, escombro, madera,
y del desperdicio que era
levanta una fortaleza.
II
Son muchos, ¿acaso clones?,
caminan sin combustible
ampliando hasta lo indecible
sus ya extensas posesiones.
Con tan escasos camiones,
carecen de victimarios,
superan aniversarios,
actos, fiestas, vendavales,
cual muestras esculturales
de no pocos vecindarios.
III
Aunque no quieras, practicas
a reconocerle olores,
y en noches de exploradores
oyes rugir de laticas.
¿Para qué te mortificas?,
me dice una amiga cuando
llegan a casa volando
sus lágrimas de jabitas,
y náilones y cajitas
que a mi escoba están gastando.
IV
Día de Fieles Difuntos,
qué casualidad, pensé,
al gran monstruo que heredé
le fueron quitando puntos.
Unos bravos hombres juntos,
lo dejaron más que en cero;
mas qué homenaje postrero
de un vecino que, al final,
con su ofrenda forestal
resucitó al basurero.
Helen