Amor de altos quilates

I

—¡Bodas de plata!, y sumando
más años con mi tesoro!
—Pues no paren hasta el oro,
que bien que lo estoy pagando.
—Te lo digo aquí brindando,
que de tasar nunca trates
las decenas de quilates
que tiene esta relación
donde no hay ni un eslabón
con partiduras ni empates.

II
—¿Veinticinco?, y esperamos,
mas hablando de negocio,
¿guardan los anillos, socio?
compro por joya o por gramos.
—Claro que los conservamos,
y si un día me decido,
tú serás el elegido,
no te llevaré muy recio:
a año de amor por el precio
del más puro que has fundido.

III
—Conmigo no hay compromiso,
al final, yo solo quiero
que se ganen un dinero
pero te siento indeciso.
—Quizás muy pronto te aviso,
que aquí hay cosas en desuso;
¿te acuerdas del reloj ruso?;
mi cadena fragmentada,
una argolla divorciada,
y otra que se descompuso…

IV

—Ya veo que te embullaste;
solo quiero improvisar.
—Pero te oí pregonar
bien alto cuando llegaste.
—Tú con el vino olvidaste
que eso es una broma añeja,
cada catorce en tu reja
lo grito, a ver si de paso,
alguien quiere hacerle caso
a este arete sin pareja.

Helen

Rayma Elena Hernández García (Helen)

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